jueves, 1 de diciembre de 2011

LA CRISIS DE LOS CUATRO KILOS


Luego de los festejos (Mazatlán, Laredo, fiestas y reuniones con amigos y familiares) había una cita que tenía pendiente conmigo, mi conciencia y por supuesto mi nutrióloga.

Por el lado bueno quería regresar al consultorio lo antes posible y retomar lo que desde hace dos semanas había olvidado o mejor dicho hecho a un lado, pero mi lado malo quería continuar con los festejos y pensar que nunca más habría que regresar a la dieta. Finalmente pudo más la cordura y separé una cita para el jueves por la tarde.

Debo reconocer que, aún y con todas mis celebraciones, existía en mi una pequeña esperanza de que todo seguía igual y que no había aumentado ni un gramo, pero Dios no hace milagros al menos cuando uno no pone de su parte y creo que este era mi caso. Los resultados fueron los siguientes:

Peso: 111 kilogramos
Estatura: 177 centímetros
Brazo: 31 centímetros
Cintura: 106 centímetros

Los cuatro kilos me hicieron entrar en una crisis emocional. Otra vez mi lado bueno peleaba contra el lado malo.

El bien: lamento decir esto pero… te lo dije
El mal: No importa, ¿Lo disfrutaste? ¿O no?
El bien: pero son ¡CUATRO KILOS!
El mal: los vas a volver a bajar, podría haber sido peor
El bien: pero no son cuatro kilos, son ¡CUATRO KILOS!

Pero la crisis apenas comenzaba, debo admitir que la única persona que reclamó fui yo, lo demás fueron opiniones:

-La nutrióloga:

“ahora nos tenemos que aplicar con una dieta pesada, para que logres bajar lo que aumentaste y un poco más”

-Mi mamá:
“Necesitas hacer la dieta porque si sigues aumentando de peso ya no te voy a cocinar nada”

-La terapeuta:
“Entonces aún no son hábitos y por lo tanto esto no es un cambio verdadero”

-Amigos:
“Nombre ni se te notan, pero no te confíes por que luego aumentas el doble de todo lo que ya bajaste”

Luego de la crisis de los CUATRO KILOS, debo reconocer que fue duro retomar la dieta a la que estaba acostumbrado. Yo escribí que debemos hacer de la dieta un estilo de vida, pero hoy les comparto que antes debemos convertir nuestra buena alimentación, en hábitos alimenticios.

¿Y cómo me doy cuenta de que mi dieta ya es un hábito? Pues habría muchas formas de saberlo, pero un buen indicador seria irte a Mazatlán y no subir un kilo.  En la próxima entrada les contaré sobre el regreso a la báscula y los primeros resultados después de LA CRISIS DE LOS CUATRO KILOS

BENDICIONES PARA TODOS

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