miércoles, 15 de febrero de 2012

LA DIETA DE LOS JUGOS


A diferencia de mis textos anteriores, hoy comenzare con los resultados de mi última visita a mi tan querida y apreciada nutrióloga.

Peso: 103 kilos
Estatura 177 centímetros

Solo baje un kilo y en medidas me mantuve igual. Ante esta situación la nutrióloga me expresó su preocupación por el hecho de solo bajar uno o dos kilos por sesión en las últimas visitas. Confieso que no estaba tan dedicado a la dieta y el ejercicio como otras veces. De todas formas la solución de la nutrióloga fue la siguiente:

-Lo siento, pero te voy a dar una dieta más pesada
-Y entonces ¿Qué propones?
-Quiero meter un cambio radical a tu organismo para reactivar tu metabolismo

Ahora estaba frente a una dieta más pesada que a grandes rasgos, consistía en:

·         Almuerzos: Jugo de piña con papaya o licuado de yogurt con manzana y linaza.
·         Comida: Carne, pollo, pecado o atún (poca cantidad) con ensalada verde (mucha cantidad) 
·         Cena: Ensalada verde (mucha cantidad) con atún o jamón (poca cantidad)
·         Colación: Fruta

Además de esto, las recomendaciones fueron las siguientes:

·         Tomar agua natural de Jamaica o piña con alfalfa
·         En la hora de la comida consumir poca carne y y prácticamente llenarte con la ensalada verde
·         No consumir fruta en las noches
·         Comer la menor cantidad de carbohidratos
·         Tomar mucha agua
·         Hacer ejercicio diario

Entonces salí del consultorio con dieta en mano y dispuesto a reactivar mi metabolismo. El lunes y martes comencé con toda la actitud, en si me parecía que lo mas pesado de esta dieta eran las mañanas, ya que tenia que sobrevivir con un jugo o un licuado. Además de esto, mi objetivo era no faltar al gimnasio en toda la semana, ya que desde hace algún tiempo solo iba dos o tres veces.

Lo peor sucedió durante el miércoles y jueves ya que a Saltillo llego un frente frio, de esos muy fríos y con tanto frio yo tenía unas ganas inmensas de comer pan con café o un pastel con chocolate o algo que me diera calor, mucho calor. Sin embargo tenía que saciar mi hambre con fruta fresca y agua de piña. Además  tenia que ir al gimnasio a cumplir con el objetivo de no faltar. Llegue a casa del trabajo y me di cuenta que si me quedaba en casa, con ese clima iba a terminar rompiendo la dieta. Entonces me fui al gimnasio.

Luego de una hora de zumba regrese a casa a cenar lo que indicaba la dieta: ensalada verde con dos rebanadas de jamón. La ensalada me hizo cosquillas y con tanto frio yo aun tenía hambre de carbohidratos, entonces le dije a mi mamá:  

Chuy: Sigo con hambre
Mamá: Come un pan tostado con mermelada
Chuy: Si… ¡No! no puedo comer pan…
Mamá: Bueno, entonces comete unas galletas de salvado
Chuy: Ándale eso si… ¡No! tampoco puedo comer de eso…
Mamá: Tú ya andas necio

En realidad podía comer el pan y las galletas, sin embargo me llamo la atención el comentario de mi mamá. Y realmente tenía razón y estaba confundiendo mi ansiedad por comer desesperadamente con hambre. Por que en el fondo sabia que si me comía una rebanada de pan iba a querer otra, y luego otra y luego vendría el remordimiento. Entonces decidí irme a dormir con mi ansiedad. Y aunque resulte asombroso, a la mañana siguiente desperté sin hambre y pude continuar con la dieta. Yo creía que si me dormía con hambre a la mañana siguiente amanecería con un apetito capaz de acabar con una vaca entera. Pero no fue así.

La dieta duró una semana y media, sin embargo el fin de semana tuve un pequeño desliz con una orden de tacos. Pero no fue algo que no se pudiera resolver con un poco mas de ejercicio y retomando la dieta con las mismas ganas al día siguiente. En el próximo texto les platicare sobre los resultados de esta dieta.

BENDICIONES PARA TODOS

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